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Bernard Baruch 06/09/16 13:27
Ha respondido al tema Sean cautos. Se acercan tiempos difíciles.
1968 y los primeros contratiempos. Habrán sospechado que, viviendo en un pueblo de Valencia, no era fácil adquirir aquel “papel de viudo”, pero siendo el que suscribe (nunca mejor dicho) de familia noble y pudiente -no olviden que, como ya les comenté, “la bolsa era cosa de ricos” y las Matildes eran para la plebe- aferrábame por aquel entonces al asiento trasero del flamante SEAT 1500 familiar en los viajes de mi padre a la capital a visitar al Ministro. Invitaba en esos desplazamientos a mi vecino Paquito, y al pasar por El Prado camino de Ministerios, a la altura de la Plaza Lealtad, nos bajábamos con la excusa de comprar golosinas y nos despedíamos hasta la tarde. Escondido tras el Monumento del dos De Mayo me subía a hombros de Paquito, me colocaba la gabardina de mi padre y un bigote postizo y allá que entrábamos decididos al regio Edificio de la Bolsa. No pocas veces, como habrán podido imaginar, tuvimos que sobornar al ordenanza de la entrada, pero era una sobrecomisión que estábamos dispuestos a asumir con buen gusto pensando en los gratificantes dividendos que más tarde o temprano se irían sumando a nuestro bien ponderado breviario patrimonial, con el correspondiente y emotivo descuento de cupones recortables. A nuestro retorno, sin sospechar nada mi padre, yo, y también Paquito, cantábamos alegres “La Chica Yeyé” de Conchita Velasco. Calculen el alborozo y la despreocupación, infantes, y con cartapacios de papel de calidad bajo el brazo, ante la expectativa de estar “bien sentados en la posición comprada” y el largo plazo que sin solución de continuidad se nos avecinaba. Sobre todo cuando el Gerovital ya empezaba a ponerse de moda. Ya cayendo la noche en la meseta, sobre la, por entonces sufrida, Nacional III, entre los imponentes toros de Osborne, yo, y también Paquito, dormíamos sonrientes bajo los acordes de Radio Nacional de España y el consultorio de Elena Francis que sonaba en el interior del ilustre MILQUINIENTOS (3 enteros y 6 cuartos de los antiguos), automóvil orgullo de Franco y de toda una raza, como no hubo de tener sucesor. En aquellos días, en la misma emisora comentaban algo de un ataque de Israel a los árabes y que “podría afectar algo a los precios del crudo”. Pensé tranquilo que era exagerado porque a la postre la cosa no duro más que seis días y perdieron los moros. Un año más tarde, no habiendo cerrado el decenio que vio nacer a los Beatles, el escándalo de falsos créditos de MATESA (caso Matesa) arrastró como cómplice a Banco de Crédito Industrial. Ambas fueron suspendidas a 8 novenos y a 15 sextos de entero, 4 y 2 de los antiguos céntimos respectivamente. Extrañamente el caudillo no condenó a nadie ni ayudó a los afectados, pero lo que me quedó, aún muy mermado, fue inmediatamente reinvertido, pues no sabían aún con quien se jugaban los cuartos y hasta qué punto me hallaba capacitado a mantener la posición.
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