Ha respondido al tema Sean cautos. Se acercan tiempos difíciles.
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Gibraltar no se recuperó por mi culpa
El tema de Gibraltar es extremadamente delicado, pero lo trataré con ustedes a sabiendas de su discreción, ya sobradamente probada por algunos estos días tras confesiones como la de mi involuntaria participación en el atentado de Carrero Blanco aunque solivianten a otros.
Principios del verano del 75. No hubo medio alguno para traspasar la puerta de la Bolsa. Los bedeles antepusieron la ignominiosa coacción y el chantaje económico de mi resentido progenitor a nuestra amistad, repudiándonos en masa, a empujones y entre infames groserías.
Su ilustre narrador, y también Paquito y Tomasin, entristecidos y resueltos a demandarles por el lucro cesante y el precio de la oportunidad perdida por no redoblar compras en momentos tan extremadamente bajos en las bolsas, dirigimos el 600 de alquiler a un camping de Benidorm, esperanzados en recuperar parte de los ánimos con el novedoso mito del latín-lover y las suecas cuyo abanderado era Alfredo Landa.
Que esfuerzos ayudando a las suecas a montar sus tiendas! Esfuerzos que nosotros con mueca sardónica esperábamos ver recompensados en forma carnal. Pero, tienda que montábamos, allí aparecía un inglés. Se pueden imaginar quién se iba a la discoteque con las volubles, quién se comía las roscas. Yo, no, se los juro. Paquito, tampoco. El Tomasillo era menos exigente y siempre había alguna señora de más edad de la que tengo yo ahora con la que retozar. Así pasaban los días: tienda, inglés; tienda, inglés... Hasta que Paquito, genio y figura hasta la sepultura, urdió el plan que desembocaría en catástrofe. Nos colamos una noche en silencio gateando en una de las tiendas que a la postre resultó sumar tres ingleses invitados por las suecas que habíamos controlado. Dios mío, qué manotazos lanzábamos al viento, mientras ellos, insensibles, no fallaban ni una. Nos cambiaron la cara. Todo el "camping" en pie a las 4 de la mañana, policía, y ellos al Consulado.
A raíz de estos sucesos, los avances que el ministro de Exteriores López Bravo llevaba (los medios anunciaban a diario que era INMINENTE la entrega de Gibraltar), se vinieron abajo. Los informes del cónsul fueron decisivos en su contra.
De Benidorm nos volvimos sin comernos una rosca, con una paliza de campeonato, con el oprobio como españoles de ser los culpables de que el Peñón no sea ya nuestro, pero eso sí, con un certificado expedido por la dirección del "camping" como: "Expertos montadores". Certificado que nosotros mostrábamos orgullosos a nuestros colegas, sin especificar que lo que montábamos eran tiendas de campaña y no otra cosa.
Está bién... Les cuento el auténtico final de la historia:
En mi infinita sencillez les mentí (nuestra amistad está en vuestras manos, señores); la realidad es que ante nuestras acometidas las cabezas de los ingleses giraban en ambos sentidos. Comprendan que mi modestia me impida contarle que las amazonas (siempre montando, je, je) caían arrebatadas a nuestros pies ante la frase de moda de la época: "Voulez-vous coucher avec moi (ce soir)?". A lo que ellas extasiadas contestaban: "Yiqui, yiqui, ai ai ia".
Si eran alemanas la frase clave era: "Beckenbahuer" y si no sabíamos de donde eran usábamos la frase universal, la ley de Newton del ligue cosmopolita: "cambio, change, exchange, Wechssel". Por último, y entre nosotros quede, ¡por Dios!, se recurría al mimo: se formaba un circulito con el índice y el pulgar de la mano izquierda, y, silbando Asturias Patria Querida mirando al cielo, con el índice de la derecha se introducía en el circulito con movimientos insinuantes. A propósito, se confirmó a partir de esos días que la escala de dureza de Mohs tiene ya 11 elementos.
Los ingleses derrotados en ambos campos: el varonil y el amoroso, presentaron sus quejas ante el cónsul y, el Peñón, que era ya casi nuestro, quedó en sus manos.
De cualquiera de las formas la parte positiva de la historia fue que el tema llegó a oídos de Juanito I (March), Ernesto (Koplowitz) y otros que estaban tratando de calentar en plena adversidad la bolsa en los telediarios esos días con el tema en cuestión (después sabríamos por qué), y, echándonos la culpa al tiempo que nos debían añorar mucho en los corros, pensaron que era mejor tenernos cerca, por lo que redoblaron el chantaje de mi padre a los bedeles y pudimos ingresar a ampliar los portafolios patrimoniales al final del verano.
Quedo por entero y cordialmente a su disposición.