Lo malo de la frase es que la diga el ministro pero yo la oigo continuamente y no me suena mal. No es lo mismo ver los problemas de cerca que leer periódico y sacar conclusiones.
No hace mucho tiempo que las ONG se quejaban de que los albergues estaban al triple de su capacidad y tenían que dejar a los recién llegados sobreviviendo como podían por los pueblos.
También es verdad que los invasores molestan menos cuando vienen forrados de pasta, aunque se construyan barrios enteros con sus calles en alemán.
Yo lo tengo claro, me encantan los perros y estoy encantada de que todos mis amigos tengan perro, es más, yo les animo y me ofrezco a cuidarlos en momentos de crisis pero no quiero contrato indefinido con un peludo. Tal vez por eso comprendo al ministro, no quiero mojarme.
Pero en realidad no los crían solas.
No se puede dejar un crío de meses en una casa durante ocho o diez horas, como si fuera un perro. Si no es un padre habrá otras personas, los abuelos, los hijos mayores, las que pueda pagar o las que trabajen gratis para ella.
Puede que ellas piensen que están solas pero no es cierto, siempre hay alguien cerca. Lo contrario sólo es posible para una leoparda o algo parecido.
Es que no entiendo esa manía de ir de superwoman que puede con todo, no es lógico. No pasa nada por reconocer que hace falta un padre o un sustituto adecuado. ¿Que se dan casos extremos? Pues sí, pero yo no los querría para mí o para las mujeres de mi familia.
Y por otra parte también hay casos extremos entre los hombres, aunque menos. Creo que ellos buscan ayuda rápidamente, habrá que decidir si eso es positivo o negativo para los cachorros.
Yo quisiera hibernar pero no me dejan.
Hago más o menos lo que todo el mundo pero arrastrada por una especie de marea potente que no me gusta. El único asomo de rebeldía consiste en negarme al ritual de las doce uvas y, si se ponen muy pesados, me las tomo a destiempo y a mi ritmo.
Insisto, quisiera ser un oso polar hasta el día siete de enero.
No es religión pero es una cuestión de principios.
