De las cosas este mundo que comprometen nuestro amor y nuestra alma, Sancho, has de saber que no hay que confiarse ni esperanzarse en demasía, pues en muy pocas ocasiones la vida responde a su propia ley, que algunos creen la del más fuerte, no la del más justo. Es por ello que solo nos da disgustos y contrariedades, cuando no, nos implica en pendencias ajenas o propias. Así, he de aconsejarte, mi buen Sancho, que solo a los hombres de buenos ánimos y templanza, debes acercarte con cariño y benevolencia, si te requieren. Que los demás, los malos, solo querrán de ti mofarse y, sobre todo, actuar en su propio beneficio. Que en la maldad, amigo Sancho, sin duda, son multitud, y en este mundo falto de bondad, las buenas personas son un tesoro inestimable.