Ha respondido al tema Confinamiento
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La reducción drástica de las tasas de contagio se ha conseguido gracias a un confinamiento muy estricto. Al cesar ese confinamiento ha habido un aumento sostenido de los casos, si bien estamos muy lejos de la situación de marzo, ya que el número de casos registrados no es comparable ya que ahora se hace PCR a todos los casos y antes sólo a los graves. El número de hospitalizaciones y defunciones está muy por debajo de lo que había en marzo. Además, la gente mayor se protege, por lo que gran parte de los casos graves y fallecidos se dan ahora en menores de 60 años, a diferencia de la primavera. El aumento sostenido del número de casos se da porque en general no se están haciendo bien las cosas: la población no limita sus contactos sociales, las comunidades no hacen suficientemente el rastreo y cuando se indica a un caso asintomático o contacto estrecho que debe estar en cuarentena, muchos no lo hacen. Las autoridades insisten mucho en el uso de la mascarilla en la calle, cuando ahí es casi imposible el contagio, pero luego la gente se reune en casas, bares, discotecas, a comer y beber y ahí se quitan la mascarilla y al mismo tiempo hablan a escasa distancia, ahí el contagio es muy probable. La situación seguirá en aumento sostenido hasta octubre, siendo soportable, ya que los hospitales no estarán colapsados. A partir de octubre, la situación cambiará drásticamente: con la bajada de las temperaturas la población continuará manteniendo un nivel alto de relaciones sociales sin mascarilla, pero ahora siempre en interiores, lo que dispara el contagio. Además del factor de los colegios, que es una bomba de relojería. Pero si los colegios abren, no creo que tarden más de unas pocas semanas en cerrar para el resto del curso. La mayor parte de la población sigue sin tener inmunidad al virus, con lo que la situación se descontrolará rápidamente, se dejará de hacer rastreo y PCR a casos leves, porque serán demasiados, y volveremos a la situación de marzo. Además, la COVID coincidirá con los virus respiratorios que dan cuadros muy similares, lo que aumentará la necesidad de hacer PCR y la imposibilidad de hacerlo, y a partir de noviembre la epidemia de gripe, lo que no sucedió en la ola de marzo-abril, cuando la gripe ya había pasado. Los hospitales se colapsarán y se producirá un aumento desproporcionado de la mortalidad al no poder atenderse bien todo tipo de enfermedades graves: infartos, ictus, cáncer... Los sanitarios están desmoralizados por la primera ola, muchos tienen cuadros graves de depresión, ansiedad, estrés postraumático, y tendrán que recibir la baja laboral durante meses, lo que disminuirá en gran medida el personal sanitario disponible. Tampoco habrá personal sanitario que se presente voluntario, visto el mal trato recibido por parte de la población y de la administración.Llegados a esta situación, no quedará más remedio que volver a confinar a la población, porque no se podrá asumir un colapso total del sistema sanitario y una mortalidad disparada, con una situación en la que ni siquiera se podrán enterrar los cadáveres por falta de capacidad de las funerarias. El daño a la economía será devastador y tardaremos muchos años en superarlo. Mucha gente no se recuperará nunca, cayendo en la pobreza. Puede que haya disturbios sociales importantes que compliquen todo.La diferencia con marzo-abril es que entonces salimos del confinamiento ya avanzada la primavera, con el factor del buen tiempo que reduce el número de contagios ya que la gente queda más al aire libre. Ahora entraremos en confinamiento a principios del otoño, con todo el otoño e invierno por delante, y sin que haya posibilidad de vacunación antes de la primavera-verano. Si nos confinan un mes o dos, saldremos del confinamiento en otoño o invierno, y en poco tiempo la situación volverá a estar igual. Nos esperan unos meses muy muy duros. Y todo porque la gente no ha entendido que tiene que reducir las relaciones sociales, que tiene que cambiar su manera de relacionarse, las relaciones sociales nunca se pueden dar sin la mascarilla, ni un minuto, y algunas administraciones autonómicas no han entenido que hacer el máximo de rastreo es fundamental.