El actual sistema, implementado durante la dictadura, no es un sistema de pensiones, sino que de ahorro forzoso. Permite que con el dinero de todos financien a los grandes conglomerados chilenos, mientras la mayoría de nosotros nos jubilaremos con una pensión ridícula.
Hoy en día, un profesor que ha trabajado toda su vida, se está retirando con una pensión de $120.000. ¡La mitad de un sueldo mínimo!
El sistema está roto, hay que arreglarlo ahora.