Ojo, que yo te creo, eh. Mi duda surgió porque pensaba en ello mientras leía, en esos días, comentarios -no sé si bien intencionados- en otro foro acerca de la diferencia en rentabilidad entre gestores y partícipes de un mismo vehículo; acerca también de cómo influyen los momentos de las aportaciones en la TIR de cada uno; cómo influyen las retiradas -a tiempo o antes de tiempo, matices semánticos aparte- y reembolsos de un vehículo de inversión; a qué puede deberse, en resumen, la diferencia entre partícipes exitosos y puffopartícipes en puffondos de puffogestores. Y, claro, leía eso, y me veía compelido, nobleza obliga, a hacer pedagogía de la buena, argumentando en base a tanatorios y yogures.Llegué, sin embargo, a la conclusión de que quizá puede deberse al carácter, al temperamento; a un carácter templado, sereno, ajeno a las emociones; un carácter sosegado forjado, quizá, en las lecturas de los clásicos, aquellos que encandilaban a, por ejemplo, Ben Graham, pionero y mentor del gran Buffett, este que dice siempre que “si vas a hacer cosas estúpidas porque una acción baja, no deberías tener ninguna acción". O también “la cualidad más importante para un inversor es el temperamento, no la inteligencia." O, por ejemplo, “el mercado de valores está diseñado para transferir dinero del impaciente al paciente."En esas cosas pensaba, entre los AirBnB en Kioto y las clases en los jardines de Academo.;)